domingo, 5 de julio de 2009

SEÑALES DE HUMO



Cuando estás en el filo de lo oscuro
Y le rindes honor desde tus huesos
Cuando el alma Purísima del ocio
Pide socorro al universo inútil
Aun no te despidas
Todo es nada
Son señales de humo
Apenas eso…
Mario Benedetti
SEÑALES DE HUMO

Angelina Cortázar

Me gusta Benedetti, me recuerda a la gente sencilla y clara de este mundo. Pero hoy me ha venido a recordar aquella su historia del ladrillo cuando se va de exilio y se lleva un pedazo de su país para edificar su nuevo mundo en otras tierras.

Ando poco lejos de mi patria chica, cuestiones de trabajo que pensaba serían días. Me informan que han pensado en la posibilidad de hacerme quedar en definitiva en esta fría y tumultuosa ciudad.

No pude traer ningún ladrillo, tan solo traje mis bellos recuerdo de la calida vida de Mérida, con los aromas temporales de las plantas del jardín que seguramente hoy estarán floreciendo la limonaria y el jazmín, puntual florecerá y caerán las flores de la guayaba listas de su labor fecunda, y las naranjas agrias avisan con su ojo amarillo que estanl listas para el refresco del día y los aguacates felices de estar colgados como vampiros y la papaya con una de sus ocho rayas pintando el lado donde mas le da el sol. Traigo también mis recuerdo pegosteados de los buenos días de los vecinos por las calles, de los gritos de los niños corriendo por las tardes después de los deberes escolares y la sonrisa de mi abuela cuando el panadero suena su bocina de circo.

El transcurso de mi vida sencilla ha roto su esquema. Que será de mi sin esa compleja red de seres que me rodeaban. No se porque me pasa siempre así, cuando rompo un eslabón o una trama de la red de mis vínculos afectivos, se suceden entonces una serie de rompimientos. Días atrás dije a alguien que ‘era necesario extinguir algunas hogueras como la gran regla para dar paso a fuegos nuevos, que a fin de cuentas es el fuego de la vida’ y como ajuste de cuentas la vida me hace cambiar y cumplir con los preceptos.

Extraño mundo este donde hoy estoy, en donde hasta para dormir hay que hacer complicados protocolos. Descubrir la llanura donde podré descansar:…..cubrecama, sobrecama, cobija, cobertor, sabana, cubre colchón, fundas, almohadas….cuando antes tan solo levantaba la orilla de mi hamaca y esta me abrazaba en una extraña complicidad para dormir en su vaivén y al despertar, tan solo la enrollaba en mis brazos y con un delicado y especial nudo quedaba escondida hasta la siguiente jornada nocturna.

Aun con todos los preceptos de la interculturalidad y esa trama del nuevo lenguaje social, soy y me siento una extraña. Me sienten como una extranjera y soy una extranjera porque ese modo de hablar nuestro es muy particular…trato con mucho énfasis de disimularlo pero creo que la cuna de mi raíz no se puede disimular tan de pronto. He tenido que cambiar mis frescos y coloridos trajes de lino por otros que me hacen picor. Tuve la ocurrencia de traer el mismo suéter que suelo usar en mi tierra y me he reído de mi propia ingenuidad.

A veces la gente me pregunta:

--¿Usted no es de aquí, cierto?—
Y yo les contesto: --No—

Nuevamente insisten:
--Déjeme adivinar de donde viene….digamos Cuba!!
--No—
Quizás Guatemala—
--Soy de donde estoy—les respondo (y me acuerdo de Fernando Espejo)
Y se ríen ---Ahhh…eres Yucateca….dinos una bomba!!—
Y les digo esa bomba que me enseño mi abuela especialmente para los que insisten en pedir una bomba y que tiene que ver con cosas que ya no se paran.

Caro me ha costado invocar fuegos nuevos. Sueño los besos olor a cajeta de mis hijas, sus calidos abrazos y sus vocecitas: ---Kentame un kento---y les cuento la historia de su vida desde las 6 menos 15 de la mañana que despiertan hasta las 20:30 que van a dormir….y se sonríen y duermen tranquilas soñando que su jornada ha sido la mas linda del mundo. Y el abrazo de mi hijo adolescente cuando me pide le rasque su espalda y entonces me cuenta la historia de su día. Platicar con mi abuela que por invocación del fuego nuevo, guarda una memoria mas lucida que la mía que me recuerda sacar la ropa de la lavadora y darle de comer a los bichos de los niños.

Es por ello que Benedetti ha venido a invocarme como en el poema de señales de humo del principio de esta confesión, porque a pesar de todo lo que he dejado y que otros amorosamente espero hagan por mi, pues también he dejado un jardín…un jardín de rosas y plantas que representan toda mi vida afectiva. Prometí con todo mi corazón cuidarlo porque se han cultivado con fuego y sangre. Se que va morir....la naturaleza imbatible no tiene compasión de los abandonos.

Ojala no sea mas un fuego nuevo, ojala tan solo como dijo Benedetti,… sean señales de humo