¡"Nada de tanques llenos cuando todavía hay estómagos vacíos!".
Foro Social Mundial en Nairobi
Alma A. Valencia AranaLos pueblos de America guardan una historia en donde las apropiaciones de su territorio, sus recursos naturales y sus habitantes, eran realizados con sangrientos actos de barbarie. La nueva modernidad y su tecnología disfrazan con el lenguaje y su brutal mercadotecnía, las nuevas apropiaciones que otras culturas y naciones poderosas hacen de nuestros mejores recursos. A esto se le llama biocolonialismo, que representa la captura de nuevos mercados por parte de multinacionales europeas que reclaman su parte del botín en zonas tradicionalmente reservada al imperialismo norteamericano.
Las empresas que aplican el biocolonialismo en Yucatán, representadas por las incursiones en la producción de biocombustibles, son una mezcla de afables intereses entre empresas norteamericanas y Europeas, secundadas por empresas locales que buscan la amable aportación del gobierno como su valiosa contribución al proyecto. Este tipo de acuerdos se logran gracias a los "acuerdos de asociación" que es el nombre con el que se presentan sustituyendo a Tratados de Libre Comercio (TLC) , eufemismo con rostro humano bajo el cual se pretende esconder las nuevas incursiones de capitales extranjeros.
Seria irracional de aquí en adelante tratar de hablar acerca de lo que la historia ha dicho de este tipo de actos para las economías campesinas. Bastante obvio es mirar la pobreza de los sectores campesinos de Yucatán como para despotricar en este tipo de inversiones. Nuestro pueblo necesita fuentes de ingresos, la diferencia es saber establecer que este tipo de trabajos verdaderamente va a contribuir a una justa y equitativa distribución de los beneficios y las previsiones a la protección del medio ambiente. Además, aun cuando estoy en contra de este tipo de inversiones, de todos modos, cuando hay una suma de intereses y caudales de números alegres para los bolsillos de empresas y sus empresarios, es claro entender que de todos modos se va a hacer. Estamos en el país dentro de otro país que no se parece a otro.
Nuestro pueblo no es ajeno a los sistemas de producción industrial, el henequén fue la base de una economía que duró más de un siglo, aunque si se evalúa desde la perspectiva económica, podrá verse que los grandes beneficios nunca fueron para los sectores campesinos. Además este sistema de producción, vino a modificar la estructura agraria permitiendo el despojos de las tierras de los más pobres. Entonces, desde esta perspectiva ¿cual es la aportación de la experiencia del henequén para los sectores campesinos de Yucatán?.
Desde el punto de vista social, considero que se requiere alertar acerca de las perdidas patrimoniales que grupos campesinos están haciendo a nombre de la pobreza. La venta de tierras, es hasta ahora un asunto privado, tan privado que es difícil saber cuanta superficie ha pasado a manos de industriales o particulares. Por otro lado, cuanta de esta superficie se destinará para la producción de biocombustibles. Un empresario Yucateco señaló en recientes fechas ante un cuestionamiento, que las tierras que se destinaran para el cultivo de la Jartropha Curcas, cultivo del cual se pretende extraer material para biocombustible, son tierras ociosas y no destinadas para cultivo alguno. Habría de recordar que en el inicio de la explotación del henequén, se uso el mismo cuestionamiento y permitió la apropiación de tierras campesinas bajo el argumento de “aparentemente desocupadas”, para luego justificar la apropiación de otros usufructos.
Por otra parte, detrás de todas las declaraciones de empresarios, se ha señalado que “este tipo de proyectos beneficiará a los campesinos”, pero nadie ha aclarado de que manera va a beneficiarlos. Se dice por ejemplo que, “Las tres bases que sustentan el proyecto son en orden de importancia: el social, con la generación de empleos justamente remunerados, seguridad social, derrama económica para las comunidades, arraigo en las familias yucatecas y la capacitación en agricultura tecnificada”.
Vayamos por partes: ¿Será este entonces un megaproyecto, en donde los que producirán la jartropha, serán asalariados agrícolas y jornaleros, es decir, empleados?. ¿Quiere decir que la derrama económica será el salario mínimo agrícola de 51.95 pesos por jornada?. ¿Dentro de la seguridad social, se contemplan los riesgos asociados a la toxicología del cultivo? ¿Se considerará la valoración de los riesgos de exposición ocupacional para los productores? ¿Cuales serán los valores establecidos para la salud y seguridad en el trabajo?.
El grupo Biocom, nombre que se de a la simbiosis de intereses europeos, norteamericanos y locales, a través de su vocero señala que, “el enfoque del proyecto es agroecológico y socialmente sustentable y eficiente”. Considero que esta empresa, o peca de ingenua e ignorante o sencillamente quiere vender su idea haciendo abuso de la semiótica. Un proyecto de monocultivo, nunca será agroecológico. Un principio de vida de la agroecología es la biodiversidad, nunca el monocultivo. La agroecología es un medio fundamental para alcanzar la soberanía alimentaría. Un principio de la sustentabilidad es la producción para el bienestar social en beneficio de todos sin afectar los medios para la reproducción de bienes para otras generaciones. ¿Sabe el señor, cuantos litros de herbicida se usaran para mantener las condiciones agrotécnicas de un cultivo industrializado? ¿Sabrá el señor que un litro de herbicida cuesta cerca de 100 pesos y el daño ambiental y colateral de ese litro de herbicida tiene un costo de 275 mil pesos por m2, (al suelo, al manto freático, a la perdida de recursos naturales regionales con potencial, a la salud de los aplicadores, al daño colateral que significa el uso de otros agroquímicos para reestructurar las capacidades del suelo, etc.)?. ¿Sabrá el señor que el herbicida que deberá usarse para ese tipo de cultivos será la atrazina, que es un herbicida muy nocivo con irrupción endocrina?. ¿Sabrá el señor vocero que para que la planta produzca material para extraer un litro de aceite, se requiere 15 litros de agua del subsuelo?. Siento vergüenza del uso de las palabras para encubrir otros fines.
Bien ha opinado el CINVESTAV, cuando dice que si Yucatán entra a la producción de biocombustibles, entonces conviene no depender para ello de una sola especie vegetal, en este caso la Jatropha curcas. Para el caso, esa institución investiga las posibilidades de otra planta como la campanilla o akitz. Revisar la geobotánica de Yucatán, podría abrir muchas otras posibilidades. En las comunidades campesinas se conocen muchas otras opciones como por ejemplo el K’uxubkan, usada para extraer un aceite para el tratamiento del asma, el peteltun, el chulché, e incluso el coyol y toda una inmensa variedad que el saber campesino puede aportar. Lo cierto es que es necesario enfrentar un sistema de producción diversificada.
No con todo esto termino de estar de acuerdo con este sistema de producción. Considero que la producción de biocombustibles es una alianza de intereses entre grandes empresas con muchas necesidades de generación de dinero. Representa el alineamiento global corporativo rápido, entre las más grandes empresas del mundo en el agro-negocio, la biotecnología, y toda la maquinaria energetica.
Henry Morales de la organización popular Guatemalteca Tzukimpop, afirma que en los sitios donde se implementaron los sistemas de producción de biocombustibles en su país, se ha afectado la armonía natural y generada una desmesurada explotación de los recursos que son la vida y sustento de esos territorios. Afirma también que el sistema empresarial de esos sistemas de explotación, solo generan “pobreza, exclusión y subdesarrollo”. Miguel Altieri, agroecólogo de grandes ligas señala que los biocombustibles son una tragedia ecológica y social.
Pienso en los pueblos de Yucatán, pienso el la agricultura que nos espera, pienso en los miles de hombres, nuestros ancestros que nos legaron un sistema de produccion autosostenible, pienso y no olvido mis tiempos de extensionista rural cuando visitaba campos de produccion y milpas y a lo lejos del camino escuchaba silbar a los campesinos y en su pobreza todavia estar feliz de la comunion de su vida con la naturaleza. Pienso entonces en la nueva generacion de agricultores, de ojos rojos por el incesante uso de agroquimicos, de manos quemadas por el contacto con los venenos agricolas, de la ropa con restos de quimicos que humildes mujeres lavan en sus casas sin ninguna proteccion, pienso tambien en la falta de medicos preparados para enfrentar un diagnostico certero por los efectos del uso de agrovenenos, pienso en toda la biodiversidad de nuestra geografia botanica se perderá con el monocultivo, pienso que a costa del dinero sujetaremos a nuestros campesinos a sistemas de produccion que sirven a intereses ajenos. Pienso en esa logica incesante de los ricos en querer hacerse mas ricos en nombre de la sustentabilidad y la agroecologia.
Alma.