lunes, 12 de enero de 2009

LA VISION DEL PEQUEÑO AGRICULTOR

De un libro de mi abuelo encontré una cita que ha marcado mi vida profesional como agrónoma. Este libro sin animo de equivocarme se llamaba la industria de la esclavitud y escrita por Miguel Ángel Menéndez. Este hombre, con un lenguaje del todo adornado de poesía y palabras mas o palabras menos decía que en esta tierra, nuestros antepasados se desprendieron del grupo de exploradores que venían del altiplano, para escoger estas tierras, ellos eran hombres pacíficos, y escogieron las tierras mas inhóspitas, paramos infecundos, las tierras mas pobres. Ello buscaban la paz y no querían tierras ricas, no querían guerras ni envidias así que escogieron esta tierra del mayab (Má- no; Yab-muchos; No muchos).

A lo largo de mi vida profesional he podido constatar que estas tierras de Yucatán, no son tierras para una agricultura industrializada o de grandes espacios o de monocultivos, nuestro suelo no tiene esa vocación, salvo una franja en el sur del estado formada por suelos profundos cuyas superficies planas la conforman suelos tipo luvisol, cambisol y rendzinas, que en lenguaje local representan suelos k'ankab o rojos, Hay lu'um o suelos iguales al k'ankab pero menos profundos y Chaltún, suelos que pueden ser rojos, rojizos o negros, y que es una etapa transitoria entre el k'ankabal y el tzekel que representa las grandes cantidades de fragmentos gruesos e interrumpidas con frecuencia por los afloramientos de roca de la piedra caliza laminar. Estas zonas representan aproximadamente 1, 670 Km2 de suelo del estado y son algo así como el 4.22% de tierra del total del estado. Son las únicas tierras de la región que pudiesen tener una aptitud para la práctica de una agricultura industrial o de alto uso de agroquímicos. De resto, nuestro suelo se clasifica en áreas de una inmensa fragilidad que en caso de seguir dando el uso actual, estamos ante el riesgo de crear graves conflictos ecológicos.

Practicar agricultura industrializada en áreas ajenas a los kankabales del sur del estado, representa un acto de suma irresponsabilidad. La agricultura de la zona henequenera o los tzequeles más bien debería ser una agricultura auto sustentable, de producción familiar o de sistemas naturales u orgánicos de producción. Unos días antes, en una institución apéndice del gobierno del Estado, platicaba con un funcionario de gobierno acerca de esta idea y palabras mas o palabras menos me contesto: --Es una real pendejada apoyar a productores con uno o dos mecates de siembra, luego los pendejos no lo cuidan, no lo fertilizan y eso crea vectores para la propagación de epidemias principalmente de afidos u otros vectores.--

Como casi siempre suele suceder, cuando un funcionario habla, lleva entre si su propia idiosincrasia. El problema no es apoyar al productor con uno o dos mecates de siembra, el problema es que no tiene a nadie quien le oriente de como mantener un programa alterno de producción bajo un principio tecnológico y que eso lo lleve cada vez a incrementar su superficie y que ese mecate del que fue apoyado, represente una oportunidad de crecer y aprender una nueva forma de producir. (O desaprender el uso indiscriminado de agro venenos)

Cerca del 80% de nuestros productores campesinos, no siembran hectáreas de cultivo, siembran mecates y los que mas arriesgan, han hecho cerca de 12 mecates porque han ido acrecentando su experiencia de manera iterativa, enseñanza que llevan casi toda su vida y año con año ante nuevos retos climáticos, de temperatura, de alteración de ciclos de lluvias-sequía, aunados a mañas de funcionarios públicos en muchas ocasiones ponen al borde de la perdida su único patrimonio.

La agricultura campesina en Yucatán la han convertido invisible, una gobernadora que cree en ella pero desde una perspectiva maternal que le hace regalar una coa, o un machete o una motobomba.

La agricultura campesina a través del mundo representa un movimiento muy fuerte, es la agricultura de los pequeños y ellos también pueden, como diría Polan Lacki. El dice ciertamente que hay que efectuar un vinculo obligatorio: entre una fuerte introducción de "insumos intelectuales" en el proceso productivo y gerencial, como única alternativa realista para contrarrestar la insuficiencia de "insumos materiales", como es el caso de Yucatán, donde los subsidios y recursos mas importantes son para los que "tienen" o pueden pagar las cada vez mas altas condiciones del tomaydaca.

Se ha subestimado insultantemente el papel del extensionista en nuestro estado. Los que hay, los vemos pululando en las oficinas de gobierno, principalmente de la secretaria de fomento rural en busca donde acomodar su venta del día que por lo general son un cúmulo de papeles, porque en eso se ha convertido, en gestor de papeles y le pagan por meter la mayor cantidad de papeles a la secretaria, papeles que con un poco de influencia y suerte también serán un bien o un subsidio mas, para sus representados.

Hay mucho trabajo por hacer en este nuestro vituperado sistema de producción agrícola. El impulso mas grande que el gobierno pudiese hacer para mejorar la economía de los sectores campesinos de zonas consideradas no agrícolas (la de los campesinos poquiteros, los pendejitos, como les llaman en las dependencias de agricultura) es el de involucrar de manera inteligente las tendencias económicas actuales y convertirlas en una oportunidad de negocio para ellos.

Los pobres en Yucatán como en América Latina y el caribe, son rurales en una alta proporción, y la pobreza más dura es también rural. Ellos obtienen sus alimentos de su propia producción de mercados informales, donde no siempre la capacidad de regulación de los gobiernos es adecuada. En esos mercados, la discrecionalidad de los intermediarios y tiendas rurales puede ser muy fuerte.

En este marco es claro que años de descuido sobre las políticas agropecuarias hacia los pequeños productores en la mayor parte de los países, los deja desprotegidos de las fuertes variaciones de precios de productos e insumos, pudiendo afectar su seguridad alimentaria. Estamos seguros que las respuestas que han dado muchos grupos organizados de pequeños productores y campesinos, pueden arrojar importantes lecciones para políticas públicas. (Intercambios 93)

Los pequeños productores y campesinos pobres pueden con un apoyo decidido, comprometido y entusiasta de gente que no solo los ve como "los pendejitos", si no como un eslabón, --un pequeñísimo eslabón-- que puede hacer compatible la participación en los mercados, y participar con su 'centavo para completar el peso' para la seguridad alimentaria, en esta actual coyuntura mundial de variaciones de precios de los alimentos. Se benefician ellos y la sociedad también, entonces dejemos que la agricultura industrializada, la de las grandes extensiones continúen con su vorágine destructiva en aras de las economías de grandes consumos. Apostemos a los pequeños, los grandes ya saben como, apliquemos tecnología para aquellos que de poco en poco construirán una nueva visión de que los pequeños también pueden, como un camino realista, quizás el único posible.

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