domingo, 25 de enero de 2009

¿Biocolonialismo? O nuevo imperialismo con "rostro humano"


¡"Nada de tanques llenos cuando todavía hay estómagos vacíos!".
Foro Social Mundial en Nairobi


El lenguaje presenta con otra cara, las otroras sangrientas apropiaciones de los pueblos de América y sus recursos naturales. El biocolonialismo es sin duda la representación de la captura de nuevos mercados por parte de multinacionales europeas que reclaman su parte del botín en zonas tradicionalmente reservada al imperialismo norteamericano.

Las empresas que aplican el biocolonialismo en Yucatán, representadas por las incursiones en la producción de biocombustibles, son una mezcla de afables intereses entre empresas norteamericanas y Europeas, secundadas por empresas locales que buscan la amable aportación del gobierno como su valiosa contribución al proyecto. Este tipo de acuerdos se logran gracias a los "acuerdos de asociación" que es el nombre con el que se presentan sustituyendo a Tratados de Libre Comercio (TLC) , eufemismo con rostro humano bajo el cual se pretende esconder las nuevas incursiones de capitales extranjeros.

Seria irracional de aquí en adelante tratar de hablar acerca de lo que la historia ha dicho de este tipo de actos para las economías campesinas. Bastante obvio es mirar la pobreza de los sectores campesinos de Yucatán como para despotricar en este tipo de inversiones. Nuestro pueblo necesita fuentes de ingresos, la diferencia es saber establecer que este tipo de trabajos verdaderamente va a contribuir a una justa y equitativa distribución de los beneficios y las previsiones a la protección del medio ambiente. Además, aun cuando estoy en contra de este tipo de inversiones, de todos modos, cuando hay una suma de intereses y caudales de números alegres para los bolsillos de empresas y sus empresarios, es claro y presto entender que de todos modos se va a hacer. Estamos en el país dentro de otro país que no se parece a otro.

Nuestro pueblo no es ajeno a los sistemas de producción industrial, el henequén fue la base de una economía que duró más de un siglo, aunque si se evalúa desde la perspectiva económica, podrá verse que los grandes beneficios nunca fueron para los sectores campesinos. Además este sistema de producción, vino a modificar la estructura agraria permitiendo el despojos de las tierras de los más pobres. Entonces, desde esta perspectiva ¿cual es la aportación de la experiencia del henequén para los sectores campesinos de Yucatán?.


Desde el punto de vista social, considero que se requiere alertar acerca de las perdidas patrimoniales que grupos campesinos están haciendo a nombre de la pobreza. La venta de tierras, es hasta ahora un asunto privado, tan privado que es difícil saber cuanta superficie ha pasado a manos de industriales o particulares. Por otro lado, cuanta de esta superficie se destinará para la producción de biocombustibles. Un empresario Yucateco señaló en recientes fechas ante un cuestionamiento, que las tierras que se destinaran para el cultivo de la Jartropha Curcas, cultivo del cual se pretende extraer material para biocombustible, son tierras ociosas y no destinadas para cultivo alguno. Habría de recordar que en el inicio de la explotación del henequén, se uso el mismo cuestionamiento y permitió la apropiación de tierras campesinas bajo el argumento de “aparentemente desocupadas”, para luego justificar la apropiación de otros usufructos.

Por otra parte, detrás de todas las declaraciones de empresarios, se ha señalado que “este tipo de proyectos beneficiará a los campesinos”, pero nadie ha aclarado de que manera va a beneficiarlos. Se dice por ejemplo que, “Las tres bases que sustentan el proyecto son en orden de importancia: el social, con la generación de empleos justamente remunerados, seguridad social, derrama económica para las comunidades, arraigo en las familias yucatecas y la capacitación en agricultura tecnificada”.

Vayamos por partes: ¿Será este entonces un megaproyecto, en donde los que producirán la jartropha, serán asalariados agrícolas y jornaleros, es decir, empleados?. ¿Quiere decir que la derrama económica será el salario mínimo agrícola de 51.95 pesos por jornada?. ¿Dentro de la seguridad social, se contemplan los riesgos asociados a la toxicología del cultivo? ¿Se considerará la valoración de los riesgos de exposición ocupacional para los productores? ¿Cuales serán los valores establecidos para la salud y seguridad en el trabajo?.


El grupo Biocom, nombre que se de a la simbiosis de intereses europeos, norteamericanos y locales, a través de su vocero señala que, “el enfoque del proyecto es agroecológico y socialmente sustentable y eficiente”. Considero que esta empresa, o peca de ingenua e ignorante o sencillamente quiere vender su idea haciendo abuso de la semiótica. Un proyecto de monocultivo, nunca será agroecológico. Un principio de vida de la agroecología es la biodiversidad, nunca el monocultivo. La agroecología es un medio fundamental para alcanzar la soberanía alimentaría. Un principio de la sustentabilidad es la producción para el bienestar social en beneficio de todos sin afectar los medios para la reproducción de bienes para otras generaciones. ¿Sabe el señor, cuantos litros de herbicida se usaran para mantener las condiciones agrotécnicas de un cultivo industrializado? ¿Sabrá el señor que un litro de herbicida cuesta cerca de 100 pesos y el daño ambiental y colateral de ese litro de herbicida tiene un costo de 275 mil pesos por m2, (al suelo, al manto freático, a la perdida de recursos naturales regionales con potencial, a la salud de los aplicadores, al daño colateral que significa el uso de otros agroquímicos para reestructurar las capacidades del suelo, etc.)?. ¿Sabrá el señor que el herbicida que deberá usarse para ese tipo de cultivos será la atrazina, que es un herbicida muy nocivo con irrupción endocrina?. ¿Sabrá el señor vocero que para que la planta produzca material para extraer un litro de aceite, se requiere 5 litros de agua del subsuelo?. Siento vergüenza del uso de las palabras para encubrir otros fines.

Bien ha opinado el CINVESTAV, cuando dice que si Yucatán entra a la producción de biocombustibles, entonces conviene no depender para ello de una sola especie vegetal, en este caso la Jatropha curcas. Para el caso, esa institución investiga las posibilidades de otra planta como la campanilla o akitz. Revisar la geobotánica de Yucatán, podría abrir muchas otras posibilidades. En las comunidades campesinas se conocen muchas otras opciones como por ejemplo el K’uxubkan, usada para extraer un aceite para el tratamiento del asma, el peteltun, el chulché, e incluso el coyol y toda una inmensa variedad que el saber campesino puede aportar. Lo cierto es que es necesario enfrentar un sistema de producción diversificada.

No con todo esto termino de estar de acuerdo con este sistema de producción. Considero que la producción de biocombustibles es una alianza de intereses entre grandes empresas con muchas necesidades de generación de dinero. Representa el alineamiento global corporativo rápido, entre las más grandes empresas del mundo en el agro-negocio, la biotecnología, y toda la maquinaria energetica.

Henry Morales de la organización popular Guatemalteca Tzukimpop, afirma que en los sitios donde se implementaron los sistemas de producción de biocombustibles en su país, se ha afectado la armonía natural y generada una desmesurada explotación de los recursos que son la vida y sustento de esos territorios. Afirma también que el sistema empresarial de esos sistemas de explotación, solo generan “pobreza, exclusión y subdesarrollo”. Miguel Altieri, agroecólogo de grandes ligas señala que los biocombustibles son una tragedia ecológica y social.

Pienso en los pueblos de Yucatán, pienso el la agricultura que nos espera, pienso en los miles de hombres, nuestros ancestros que nos legaron un sistema de produccion autosostenible, pienso y no olvido mis tiempos de extensionista rural cuando visitaba campos de produccion y milpas y a lo lejos del camino escuchaba silbar a los campesinos y en su pobreza todavia estar feliz de la comunion de su vida con la naturaleza. Pienso entonces en la nueva generacion de agricultores, de ojos rojos por el incesante uso de agroquimicos, de manos quemadas por el contacto con los venenos agricolas, de la ropa con restos de quimicos que humildes mujeres lavan en sus casas sin ninguna proteccion, pienso tambien en la falta de medicos preparados para enfrentar un diagnostico certero por los efectos del uso de agrovenenos, pienso en toda la biodiversidad de nuestra geografia botanica se perderá con el monocultivo, pienso que a costa del dinero sujetaremos a nuestros campesinos a sistemas de produccion que sirven a intereses ajenos. Pienso en esa logica incesante de los ricos en querer hacerse mas ricos en nombre de la sustentabilidad y la agroecologia.

Queda estar pendiente de lo que sigue.

lunes, 12 de enero de 2009

LA VISION DEL PEQUEÑO AGRICULTOR

De un libro de mi abuelo encontré una cita que ha marcado mi vida profesional como agrónoma. Este libro sin animo de equivocarme se llamaba la industria de la esclavitud y escrita por Miguel Ángel Menéndez. Este hombre, con un lenguaje del todo adornado de poesía y palabras mas o palabras menos decía que en esta tierra, nuestros antepasados se desprendieron del grupo de exploradores que venían del altiplano, para escoger estas tierras, ellos eran hombres pacíficos, y escogieron las tierras mas inhóspitas, paramos infecundos, las tierras mas pobres. Ello buscaban la paz y no querían tierras ricas, no querían guerras ni envidias así que escogieron esta tierra del mayab (Má- no; Yab-muchos; No muchos).

A lo largo de mi vida profesional he podido constatar que estas tierras de Yucatán, no son tierras para una agricultura industrializada o de grandes espacios o de monocultivos, nuestro suelo no tiene esa vocación, salvo una franja en el sur del estado formada por suelos profundos cuyas superficies planas la conforman suelos tipo luvisol, cambisol y rendzinas, que en lenguaje local representan suelos k'ankab o rojos, Hay lu'um o suelos iguales al k'ankab pero menos profundos y Chaltún, suelos que pueden ser rojos, rojizos o negros, y que es una etapa transitoria entre el k'ankabal y el tzekel que representa las grandes cantidades de fragmentos gruesos e interrumpidas con frecuencia por los afloramientos de roca de la piedra caliza laminar. Estas zonas representan aproximadamente 1, 670 Km2 de suelo del estado y son algo así como el 4.22% de tierra del total del estado. Son las únicas tierras de la región que pudiesen tener una aptitud para la práctica de una agricultura industrial o de alto uso de agroquímicos. De resto, nuestro suelo se clasifica en áreas de una inmensa fragilidad que en caso de seguir dando el uso actual, estamos ante el riesgo de crear graves conflictos ecológicos.

Practicar agricultura industrializada en áreas ajenas a los kankabales del sur del estado, representa un acto de suma irresponsabilidad. La agricultura de la zona henequenera o los tzequeles más bien debería ser una agricultura auto sustentable, de producción familiar o de sistemas naturales u orgánicos de producción. Unos días antes, en una institución apéndice del gobierno del Estado, platicaba con un funcionario de gobierno acerca de esta idea y palabras mas o palabras menos me contesto: --Es una real pendejada apoyar a productores con uno o dos mecates de siembra, luego los pendejos no lo cuidan, no lo fertilizan y eso crea vectores para la propagación de epidemias principalmente de afidos u otros vectores.--

Como casi siempre suele suceder, cuando un funcionario habla, lleva entre si su propia idiosincrasia. El problema no es apoyar al productor con uno o dos mecates de siembra, el problema es que no tiene a nadie quien le oriente de como mantener un programa alterno de producción bajo un principio tecnológico y que eso lo lleve cada vez a incrementar su superficie y que ese mecate del que fue apoyado, represente una oportunidad de crecer y aprender una nueva forma de producir. (O desaprender el uso indiscriminado de agro venenos)

Cerca del 80% de nuestros productores campesinos, no siembran hectáreas de cultivo, siembran mecates y los que mas arriesgan, han hecho cerca de 12 mecates porque han ido acrecentando su experiencia de manera iterativa, enseñanza que llevan casi toda su vida y año con año ante nuevos retos climáticos, de temperatura, de alteración de ciclos de lluvias-sequía, aunados a mañas de funcionarios públicos en muchas ocasiones ponen al borde de la perdida su único patrimonio.

La agricultura campesina en Yucatán la han convertido invisible, una gobernadora que cree en ella pero desde una perspectiva maternal que le hace regalar una coa, o un machete o una motobomba.

La agricultura campesina a través del mundo representa un movimiento muy fuerte, es la agricultura de los pequeños y ellos también pueden, como diría Polan Lacki. El dice ciertamente que hay que efectuar un vinculo obligatorio: entre una fuerte introducción de "insumos intelectuales" en el proceso productivo y gerencial, como única alternativa realista para contrarrestar la insuficiencia de "insumos materiales", como es el caso de Yucatán, donde los subsidios y recursos mas importantes son para los que "tienen" o pueden pagar las cada vez mas altas condiciones del tomaydaca.

Se ha subestimado insultantemente el papel del extensionista en nuestro estado. Los que hay, los vemos pululando en las oficinas de gobierno, principalmente de la secretaria de fomento rural en busca donde acomodar su venta del día que por lo general son un cúmulo de papeles, porque en eso se ha convertido, en gestor de papeles y le pagan por meter la mayor cantidad de papeles a la secretaria, papeles que con un poco de influencia y suerte también serán un bien o un subsidio mas, para sus representados.

Hay mucho trabajo por hacer en este nuestro vituperado sistema de producción agrícola. El impulso mas grande que el gobierno pudiese hacer para mejorar la economía de los sectores campesinos de zonas consideradas no agrícolas (la de los campesinos poquiteros, los pendejitos, como les llaman en las dependencias de agricultura) es el de involucrar de manera inteligente las tendencias económicas actuales y convertirlas en una oportunidad de negocio para ellos.

Los pobres en Yucatán como en América Latina y el caribe, son rurales en una alta proporción, y la pobreza más dura es también rural. Ellos obtienen sus alimentos de su propia producción de mercados informales, donde no siempre la capacidad de regulación de los gobiernos es adecuada. En esos mercados, la discrecionalidad de los intermediarios y tiendas rurales puede ser muy fuerte.

En este marco es claro que años de descuido sobre las políticas agropecuarias hacia los pequeños productores en la mayor parte de los países, los deja desprotegidos de las fuertes variaciones de precios de productos e insumos, pudiendo afectar su seguridad alimentaria. Estamos seguros que las respuestas que han dado muchos grupos organizados de pequeños productores y campesinos, pueden arrojar importantes lecciones para políticas públicas. (Intercambios 93)

Los pequeños productores y campesinos pobres pueden con un apoyo decidido, comprometido y entusiasta de gente que no solo los ve como "los pendejitos", si no como un eslabón, --un pequeñísimo eslabón-- que puede hacer compatible la participación en los mercados, y participar con su 'centavo para completar el peso' para la seguridad alimentaria, en esta actual coyuntura mundial de variaciones de precios de los alimentos. Se benefician ellos y la sociedad también, entonces dejemos que la agricultura industrializada, la de las grandes extensiones continúen con su vorágine destructiva en aras de las economías de grandes consumos. Apostemos a los pequeños, los grandes ya saben como, apliquemos tecnología para aquellos que de poco en poco construirán una nueva visión de que los pequeños también pueden, como un camino realista, quizás el único posible.

domingo, 4 de enero de 2009

EL CAMPO DE YUCATAN
Recientes confrontaciones verbales entre SAGARPA, Partidos políticos, diputados, uno que otro funcionario estatal y hasta una fundación, acerca de la situación actual en el campo de Yucatán, viene a dejarnos como en un pleito marital, la exposición de medias verdades nunca dichas cotidianamente.

Por un lado, diputados del PAN han alertado en diversas ocasiones sobre la falta de eficiencia gubernamental de Ivonne Ortega y su equipo de trabajo con el fin de hacer uso de recursos federales dispuestos por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación destinados a la operación de cuando menos 8 programas para el campo yucateco. Argumentan la irresponsable acción del gobierno estatal de no complementar los recursos que por norma hace indispensable la operación de dichos programas de Alianza para el campo.

Por otro lado, en voz de su director, una fundación que ingenuamente acusa y en su entredicho se mete en sus propias patas, puesto que haciendo defensa con el ataque, argumenta la ineficiencia de las reglas de operación de los programas de SAGARPA, ha dicho también que esta institución ha “cerrado cortinas”, cuando habría que averiguar que esta haciendo la fundación sin la operación de los únicos recursos de que dispone y lo hace ser un apéndice gubernamental.

El secretario de Desarrollo rural del estado, en mea culpa, ha dicho: “Lastima margarito, no pudimos poner nuestra parte”. Esta es para mí la parte mas honesta (¿o cínica?) de todas las declaraciones.

SAGARPA, haciendo uso del derecho de reserva tan solo ha argumentado lo que todos saben: El gobierno del estado no cumplió con la parte que le corresponde.

Ciertamente es mucho mas que deficiencia gubernamental la del actual gobierno, lo llamaría falta de visión, porque además de haber perdido la oportunidad de invertir en mas infraestructura para el campo en 2008, el nuevo paquete del ejercicio fiscal para 2009 para el campo, se esta descartando la inversión en infraestructura rural y aumentando los gastos en apoyo directo a los productores; –vaya—como en un martes de carnaval, una gobernadora /reina, montada en un camión de redilas tirando a los campesinos, coas, machetes, motobombas y otras pequeñas cosas que lejos de resolver los problemas del campo, sirven como un acto de buena fe para los votos venideros.

Ante todo este panorama, podemos resaltar que aun cuando la causa que detona el caos fue la ineficiencia gubernamental, saca a colación otra serie de problemas que requieren mucho más que una suma de esfuerzos. En primer lugar una revisión detallada de las reglas de operación de los programas de SAGARPA, porque habría de saberse que las condiciones que Yucatán tiene en cuanto a sus sistemas de producción, se salen de toda norma y habría que adecuarlas tanto al tipo de producción, su rentabilidad y el conjunto de recursos humanos que interviene sin perder de vista al campesino y su idiosincrasia productiva. La agricultura es temporal y espacial, lo que funciona en el norte del país, no es aplicable aquí, la visión de un campesino Yucateco no es igual, ni siquiera parecida a un campesino de Veracruz, mucho menos de Sinaloa y si no, vean lo que los de Sinaloa han podido lograr en este Estado con tan solo el verbo y la acción.
Otro punto importante a revisar, es sobre las condiciones de educación, capacitación y formación bajo una visión más integral de todos los recursos humanos del campo en Yucatán. No existe ninguna instancia actual que ordene o dirija las guías de aprendizaje o reoriente la formación de los actores profesionales del campo yucateco. Técnicos o prestadores de servicio profesionales que se han hecho expertos en vender documentos que muy pocas veces han tenido éxito en los sistemas de producción rural, o al menos un éxito ajeno al cobro de sus servicios. Campesinos que se les da por hecho como expertos en la producción cuando requieren orientaciones certeras y precisas encaminadas a una mejor eficiencia productiva sin alterar las condiciones medioambientales a partir del uso de químicos o agro fármacos de manera indiscriminada.

La revisión de los quehaceres de los actores institucionales desde su función pública: Financieras, subsidiarias, normativas, de investigación, de extensión, de encadenamiento productivo, de administración, de mercados. Podemos ver actualmente en el campo Yucateco, investigadores que han llevado cerca de 20 años desarrollando una tecnología de producción que solo sirve a sus intereses personales y cobrando más de mil pesos por “pisada de surco”. Eso no es malo, sin embargo esa tecnología debería estar en manos de todos. Revisando también la acción humana del trato hacia los productores bajo una visión orientada al “cliente” y no bajo el trato despectivo que en algunas ocasiones han sido victimas campesinos en instituciones como la Secretaria de Desarrollo Rural del Gobierno del Estado.

Las acusaciones de despecho que han hecho los diversos actores de la sociedad en cuanto al campo Yucateco, ciertamente predice una conclusión, el campo en Yucatán es un caos. Y me gustaría saber cuales serán los indicadores que van a medir la eficiencia de los empleados de gobierno, principalmente del gobierno del Estado, si en 2008 sus principales actividades estaban en función de la operación de recursos que nunca se ejercieron. Quien me responde.