domingo, 17 de mayo de 2009

Cuando un amigo se va...

Angelina Cortázar
17 mayo 2009.

El no lo sabía, pero yo era una de esas amigas que se acurrucaban en su regazo cada vez que tropezaba con la vida. El me sabía ahí, por eso escribió los mas bellos poemas que me reconfortaban y me hacían nuevamente levantar.

me consta y sé
nunca lo olvido
que mi destino fértil voluntario
es convertirme en ojos boca manos
para otras manos bocas y miradas”

Hoy murió Benedetti.

No habrá música mas tierna que acalle el dolor de su partida, no habrá pesames de nadie, aunque también yo sea victima de su abandono, vaya, nadie vendrá como él con sus poemas a cantarme las cotidianas de su amor, de mi amor, de los amores y desamores de todos mis vidas.
Sonata para adiós y flauta

Te vas tan sola como siempre te echaremos de menos
yo y los abrazos de la tarde
yo y mi alma y mi cuerpo
larga sombra se resiste
a abandonarnos pero
has decidido que se fuera
contigo a todo riesgo
de todos modos no querría
que enterraras tu sueño
aquel en que tu amor de nadie
era como un estreno
te vas de nuevo no sé a dónde
y tu adiós es un eco
que se prolonga y nos alude
como un último gesto
nunca guardaste la ternura
como pan para luego
estoy seguro de encontrarla
liviana entre tus pechos
te vas con paso de derrota
pero no me lo creo
siempre has vencido en tu querella
contra el odio y el miedo
quién sabe allá lo que te aguarda
ese allá tan desierto
que se quedó sin golondrinas
todo erial / todo invierno
mas si una tarde te extraviaras
entre el mar y el espejo
recuerda siempre que aquí estamos
yo y mi alma y mi cuerpo

Conocí la fortaleza de su palabra un martes de mis catorce años, cuando la adolescente necedad y mi paga semanal de 6 pesos en la redacción del Diario, no me alcanzaban para comprarme un libro. Descubrí su poema de “los formales y el frío” en un libro de Dante, la que estaba en una puerta pequeña de la esquina del parque Hidalgo del centro de Mérida. Cerré el libro y lo puse en el anaquel, di dos pasos y regrese nuevamente y abrí otra vez y de nuevo se abrió en el mismo poema. Lo volví a leer y sentí que esa noche soñaría con el poema, entonces la adolescente osadía me hizo arrancar la hoja del poema, la metí en la bolsa del chaleco y me fui. Recuerdo que esa noche, mientras redactaba las notas de policía del día, entre sangres y pleitos de la sala policiaca donde recibía de viva voz los hechos del día, soñaba con terminar para leer cientos de veces el poema hasta aprenderlo de memoria.

Quién iba a prever que el amor, ese informal
se dedicara a ellos tan formales
mientras almorzaban por primera vez
ella muy lenta y él no tanto
y hablaban con sospechosa objetividad
de grandes temas
en dos volúmenes su sonrisa, la de ella,
era como un augurio o una fábula su mirada,
la de él, tomaba nota de cómo eran sus ojos,
los de ella, pero sus palabras, las de él,
no se enteraban de esa dulce encuesta
como siempre o como casi siempre
la política condujo a la cultura
así que por la noche concurrieron al teatro
sin tocarse una uña o un ojal
ni siquiera una hebilla o una manga
y como a la salida hacía bastante frío
y ella no tenía medias sólo sandalias
por las que asomaban unos dedos muy blancos e indefensos
fue preciso meterse en un boliche
y ya que el mozo demoraba tanto
ellos optaron por la confidencia extra seca
y sin hielo por favor
cuando llegaron a su casa, la de ella,
ya el frío estaba en sus labios ,los de él,
de modo que ella fábula y augurio
le dio refugio y café instantáneos
una hora apenas de biografía y nostalgias
hasta que al fin sobrevino un silencio
como se sabe en estos casos
es bravo decir algo que realmente no sobre
él probó sólo falta que me quede a dormir
y ella probó por qué no te quedas
y él no me lo digas dos veces
y ella bueno por qué no te quedas
de manera que él se quedó
en principio a besar sin usura sus pies fríos, los de ella,
después ella besó sus labios, los de él,
que a esa altura ya no estaban tan fríos
y sucesivamente así mientras los grandes temas
dormían el sueño que ellos no durmieron.


El siguiente sábado después de la mísera paga, compré el mismo libro donde tome el poema y pegue con cinta scotch la hoja que días anteriores arranque. Aun guardo ese libro, como guardo el ombligo de mis hijos, como guardo sus primeros dientes, como guardo el pañuelo de mis quereres y como guardo las palabras de los seres a quienes mas he querido en este mundo.

Murió Benedetti.

Sus libros nos sobrevivirán, esa es una de las grandes dichas de los buenos amigos, se van sólos, no se llevan sus obras. Nos dejó palabras tan hermosas que siento que no sobreviviré para disfrutarlas todas, porque cada día y cada libro se lee todos los días de diferente forma y nos reconforta de diferentes y sabias maneras que su vida se prolongará mas allá de la vida de todos los que inútilmente estamos sin producir nada para los demás.

Ha Muerto Benedetti, a quién debo decirle, cómo explico a los niños ‘mi lloro’. He encontrado el primer libro donde la vida nos presentó, he recorrido sus hojas con mis manos, sin leerla, como invidente recorriendo el alfabeto de la imprenta, mis dedos no leen pero sienten la bella presencia del hombre que supo poner alas a la misericordia del amor, que puso sonrisas a las ausencias, que dio aliciente a las soledades de la vida.

Se fué Mario Benedetti.

Que tengas buen camino amigo. Aquí en mi corazón guardaré todas tus palabras.